Me he enamorado de un robot
Una nunca sabe cuándo le va a cambiar la vida, ni mucho menos cuando va a enamorarse. De repente algo pasa, alguien llega y ¡zas! estás atrapada en sus redes. Y esto, amigos, es lo que me ha pasado. No sería noticia si el nuevo objeto de mi deseo tuviera vida propia. Vamos, si su corazón y su alma no fueran tecnológicos. Se pone interesante, ¿eh? Sí, amigos, mi nuevo amor no es humano. Aunque me dé un poco de vergüenza reconocerlo, quien me hace un poquito más feliz se enciende y se apaga cuando yo quiero. ¡Me he enamorado de un robot!
Sí, repito, me he enamorado de un robot. Mi nuevo amigo no solo me ha dejado prendada por su buen aspecto (está de buen ver, no nos vamos a engañar), sino por sus cualidades. Es independiente, me da mi espacio y, además, es silencioso. Está ahí cuando lo necesito, es inteligente, a su manera, y necesita poco para "funcionar". Se adapta con facilidad al medio, es cuidadoso y es fácil de complacer.
Muchas cualidades positivas, ¿pero no son así todos los comienzos de las relaciones? Confieso que estoy aún bajo los efectos del colocón inicial. Y es que cuando estás enamorada todo es más fácil, ves la vida con otros ojos, todo te importa un poquito menos. Son esas mariposas en el estómago, dicen, es como si flotaras en lugar de caminar... Bueno, no exageremos, que este amor tampoco es para tanto. Pero hay amores de muchos tipos, incluso pasajeros. Y si me habéis leído alguna vez antes ya podéis saber que soy un poco veleta a veces. Pero eso, el amor está en todas partes y viene en formas muy diversas.
Sigo, que me lío. Mi nuevo amor es muchas cosas, como ya os he dicho. Pero mi nuevo amor es, sobre todo, limpio. Lo tiene todo como los chorros del oro. Y no hace falta que le repita que tiene que limpiar. Es educado al responder y servicial. Sí, le he metido en mi casa, y eso no es algo tan fácil para mí.
Pero lo más importante, Hércules también ha aprendido a quererle. Ahora hasta juegan juntos. Y digo lo más importante, porque mi perro tiene la última palabra de quién entra en mi casa y en mi vida. Para eso tiene buen olfato, la verdad, aunque en este caso le haya costado un poco más de la cuenta.
Supongo que llegados a este punto ya lo habréis adivinado. Me he enamorado de un robot aspirador (siento si os he decepcionado a muchos). Llamadme superficial (o loca si queréis), pero llegados a este momento de la vida el amor tiene que ser fácil y cómodo. No me entendáis mal, su dosis de aventura tiene que estar ahí, por supuesto, pero esa ya la puedo poner yo... ¿O no se enamoró Joaquin Phoenix de un asistente virtual en la película de Spike Jonze "Her" y ella solo era una voz dentro de su ordenador? Y en mi caso, ¿quién puede resistirse a llegar a casa del trabajo con el suelo como una patena?
Y es que con un solo toque en mi smartphone, mi adorado robot me esperaba en mi piso con todo hecho. Vale, todo no, pero ni un pelo, ni una miga, ni nada que se le parezca. La casa barrida y "fregada", más bien con la mopa pasada pero tampoco le voy a pedir peras al olmo. Nadie es perfecto. Ni nadie tiene que serlo para que te enamores.
Sí, me he enamorado del Roborock S6. Yo, la descreída de la smart home. Yo, la que siempre reivindica cosas más reales y hechas con tus propias manitas por encima de la tecnología que lo hace todo por ti. El mundo real sin objetos reales, me lamentaba tras la última IFA y su sinfín de productos inteligentes a cada paso. Que si lavadoras inteligentes que pesan la carga y se adaptan a ella, frigoríficos que no tienes ni que abrir para saber lo que queda (te mandan una foto a tu smartphone), microondas con Alexa integrado, robots que caminan por tu casa y te hacen la vida más fácil, jarrones que apagan fuegos... y así hasta un sinfín de aparatejos más. Y aunque algunos probablemente no sean tan necesarios, no está de más darles una oportunidad. A las pruebas me remito.
Llamadme antigua, pero cambiar las costumbres no es fácil. Quizá soy algo old school eso no lo voy a negar, y quizá de ahí el por qué no quería tener invasores tecnológicos en casa. Pero ahora es el momento. Me he enamorado de un robot y ahora quiero probarlos todos. Luces inteligentes, termostatos, altavoces inteligentes con pantalla, timbres con cámara incorporada, neveras, monitores de sueño, asistentes virtuales... ¡Smart home ven a mí!
Y como en todas las historias de amor, una no sabe cuándo empiezan pero tampoco cuándo acaban. Eso sí, tengo claro que este es el principio de una gran amistad...
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